LA GRAN FAMILIA

LA GRAN FAMILIA

jueves, 1 de noviembre de 2012

¡POR AMOR A PARADORES!


“Yo no he conocido nunca en ningún hotel el sentimiento y el tipo de clientes que aquí hay, el vínculo que hay entre los huéspedes y los trabajadores…”
(Nieves Montisi: Directora de Paradores; -no de mis preferidas ni mucho menos, debo decirlo, por su forma de ejercer la profesión, y el trato que da a las plantillas por los distintos Paradores que pasa).

“Date cuenta que yo he tirado este, y también he tirado este… Y con lo bonito que era el antiguo… y este ¿tendrá la misma solera? Y yo digo va a tener más porque nosotros el cariño vamos a seguir teniéndolo lo mismo”. 
 (Carmelo de Amor: Ex Jefe de Comedor).

“…Es tu casa, si tu la conviertes es tu casa, entonces el cariño que tú recibes lo das…”
“Sobre todo cuando he tenido momentos trágicos en mi vida me he refugiado en los Paradores… veo una familia en el director en los camareros…”
(Antonio Porras; Cliente de Paradores).

“…Vine la primera vez con tres hijos.. y he terminado viniendo con trece nietos…”
(Agustín Guzmán Cliente de Paradores)

“…El ambiente, el calor, lo vamos a seguir teniendo con las personas que trabajan aquí, y con la personas que hemos ido conociendo y que son fieles e incondicionales…”
“…Y siempre que llegamos… tenemos la sensación como si  todos los objetos que hay aquí, todos los muebles, nos conociesen y nosotros los conocemos a ellos… Es amor… más que cariño es un inmenso amor “.
 (Antonio Porras; Cliente de “Paradores”)
 (Todas estas declaraciones se pueden veren el video)

(Como no deseo retirar el artículo del Blog, pues en esencia responde a lo que amamos muchas personas,  síque debo decir, que seis años después de haber sido escrito, la realidad actual del Parador de Cádiz con sus clientes es totalmente la opuesta a la que esperábamos y refleja el video. Se ha "desalmado por decreto", y nás allá de que guste o no su arquitectura -mucho menos íntima y cálida no cabe duda- , y pueda ser una gran unidad de negocio, ya no tiene casi nada que ver con aquellos otros dos "Horeles Atlánticos" más que el provilegiado lugar geográfico que ocupa. La verdad ante todo. Junio de 2018)

Esta mañana de día de Todos los Santos, una de mis amigas, Amigas de Paradores, con la que hace nada me he reunido en el precioso Parador de Zafra, me envía un “wasap” desde Barcelona en el que me dice:
“Voy a tener que dejar de ir a Paradores… Algo de mí se va quedando por todas partes… Zafra, Lerma, Alcalá, Zamora, Arcos, etc. Me voy a desintegrar… Un beso.”
No puedo, ni deseo, reprimir alguna lágrima de reconocimiento, de asunción, de identificación… porque yo hace ya casi medio siglo que vivo desintegrado, desde una mañana frente a la puerta del “Raimundo de Borgoña” en Ávila. He dejado una parte de mí en decenas de casas que he convertido, que han convertido, en mías y de las que bajo ningún concepto deseo que me desahucien. He querido y quiero a decenas de familias estructuradas, cálidas y cariñosas que he  hecho, que se han ofrecido, mías, y de las que no existe excusa o interés que puedan separarme.
Me he puesto esta mañana a reflexionar sobre este puzle de amor, de amor a PARADORES, y en vez del artículo que pensaba escribir hoy, me ha salido este. Habrá tiempo para el siguiente, seguro.
Cada vez que me alojo en un nuevo -nuevo para mí- Parador, o regreso a otro, voy completando ese puzle de amor del que una armadura en Ávila en los años sesenta me entregara la primera pieza. Un rompecabezas del que ya sé que nunca completaré, y que sin embargo, lo siento completo desde que, unos años después, como contaba en “Mi primera vez", me alojara en mi primer Parador.
Nunca podré entender de una forma argumentada, racional, explicable, cómo un niño, yo, que compartía una habitación bastante pequeña en una casa muy pequeña también, con sus dos hermanos, el día que casi con su sueldo del mes, ocupó, ocupé, una noche de los años setenta, una habitación del Parador de Ávila abierta a las históricas murallas, en la que cabía toda su casa, no sintió, no sentí, otra cosa que acogimiento, familiaridad, calidez… amor en definitiva.
"Gran Hotel Atlántico" Parador de Cádiz, años 50
No sentí rabia ni rencor por no poder estar entonces en el grupo de quienes podían vivir cotidianamente esos momentos, me parecía haber estado en ese entrañable palacio toda mi corta vida entonces, y no padecí más añoranza que la de que mis hermanos no compartieran también esa noche conmigo la habitación. Cuestión de la que no pasaron muchos años sin que se resolviera, con ellos y con cuantas personas he amado y he tratado de llevar a mi terreno para toda la vida. Mi terreno: Paradores.
Hoy ya no me puede caber la menor duda de que independientemente a la buena o mala gestión, siempre muy politizada desde luego, del grupo que en cada momento se haya alojado en los privilegiados servicios centrales de la Casa en Madrid, el amor correspondido de Paradores, el mío y el de tantos huéspedes a lo largo de la historia ha nacido en todas esas otras Casas en las que recepcionistas, camareras, cocineros, jefes de comedor, directores y directoras, mozas, mozos ¡que se yo! todos aquellos que, sin excepción han tenido, tienen, una sonrisa para mí y los míos, una mano tendida, una palabra de aliento, un gesto profesional irreprochable, que practicados en unos marcos tan afables, tan acogedores, de la misma calidad que ellos mismos, hacen como dice Ana en su wasap que uno se despida de ellos, de su Parador, dejándose algo de uno mismo. Con la misma pena que me despidiera yo de mi familia en la Estación de Atocha la primera ve que me separé de ella, precisamente para asistir a aquellas colonias del franquismo en Ávila donde nació esta historia de amor.
Etiqueta equipaje
El pasado mes de abril, cenando en el precioso comedor del Parador de Santillana Gil Blas, esa bombonera de PARADORES, obtuve una importante pieza de este puzle de amor: El Jefe de Comedor, una elegante persona al que le quedaba el uniforme, o más bien él llevaba el uniforme como si lo hubiese diseñado Balenciaga, me vio interesarme por esas tirillas promocionales editadas con motivo de las “Muestras Gastronómicas de los Productos de España”, y en el Gil Blas concretamente para agasajar “Los Quesos con Origen”, se acercó a nuestra mesa para entregarme toda una colección de las recetas escritas en ellas.
Se  volvió a producir una vez más ese espectáculo tan cosmopolita de escuchar en un trabajador de la Cadena hostelera pública -me gusta más decir de la Red pública-  un acento marcado de un habla perteneciente a un lugar lejano. Le pregunté como quien pregunta a su familia, y así supe que era el Jefe de Comedores del inolvidable Parador “HotelAtlántico” de Cádiz, practicando la hospitalidad en Santillana del Mar, a la espera de que le “abriesen por tercera vez su Parador del alma “¿A quien le interesa ya más una cena aunque esta sea en Paradores ante tan espléndido encuentro? ¡Cuantas piezas de mi puzle de amor me encajaron aquella noche!
He ido coleccionando piezas en muchos lugares, forma parte de mi viaje preguntar a la familia que me  atiende ¿Cuál es tu ruta, en qué Paradores has estado? A veces ¿dónde nos hemos visto antes?
He conocido directores que un día me acogieron como recepcionistas, camareros hijos de trabajadores y trabajadoras que un día me dieron de comer en una de mis queridas Casas, nietos incluso de inolvidables personas que un día atendieron las cocinas, los talleres, de los Albergues Nacionales de Carretera. He tenido la suerte de ser recibido en un Parador por el hijo del mismo trabajador que hace tantos años plantara naranjos en el Patio del Parador de Guadalupe. He tenido el inmenso placer de disfrutar cómo grupos muy nutridos de trabajadores procedentes de una misma tierra, como por ejemplo es el caso de Bailén -y hay más- han ennoblecido y distinguen esta maravillosa institución de la hospitalidad sin parangón en el mundo en sus características.
Hace muy poco tiempo, en otro Parador muy alejado de Cádiz,  llegó a mis manos esta otra pieza del puzle, este video conmemorativo con el que acompaño el artículo ¡De nuevo Carmelo, el puzle se va completando!
No es este un artículo sobre el Parador de Cádiz y su historia, que lo va a tener dentro de muy poco, en cuanto pueda vivir en la tercera parte construida de esa historia, pero ilustra muy bien la historia de este Parador, sus trabajadores, sus gestores, sus clientes la que yo quería contaros hoy… por amor a Paradores.
Hoy, cuando aquel niño de Ávila ha llegado de forma impensable entonces, a poder comunicarse a través de una red social con su familia en Paradores, con los hijos y las nietas de aquellos con los que sólo podía hacerlo “in situ” en la magnífica Red formada por los establecimientos de PARADORES, no niego mi disgusto, mi zozobra, mi inquietud, mi indignación… cuando leo que se pretende despojarnos de nuestra familia, enajenar nuestros comedores, privatizar nuestras camas, malvender nuestro patrimonio. Y yo, malherido, con ese dolor que se instala en el cuerpo y en el alma cuando quieren arrancarte de lo que es tu estructura vital, tu suelo, tu lecho, tu refugio… tú familia, me repito y repito ¡no puede ser! ¡no podemos consentirlo! ¡el amor no sólo hay que manifestarlo, mantenerlo, alimentarlo, corresponderlo, hay que defenderlo a capa y espada como los clásicos, si hiciera falta!
Trabajadores del Parador de Bailén en otro tiempo
No puede existir nada, no existe, que justifique que a este país y a sus gentes les privara de una gloria tal, de un patrimonio semejante como es la Red de Paradores de Turismo. Como decía mi padre, según viene el viento se pone la capa, a veces de  mejor paño, otras menos grueso, pero nunca se malvende, se dilapida lo que nos ha cobijado y nos tiene que resguardar a todos toda nuestra vida, y lo que es aún más importante, la de nuestros jóvenes, para quienes PARADORES es, debe ser, una herencia no sólo turística, sino cultural. La enseñanza de una forma de vivir, de aprender, de trabajar.
No justifico las batallas sino son para defender el amor, el sustento, la unidad, el conjunto, la familia, la historia, la dignidad… Antes hablaba de Bailén, pues bien eso lo saben muy bien ahí, como muy bien lo hemos aprendido los demás en los libros de Historia. No en vano en esa querida tierra el 19 de julio, tres días antes de mi cumpleaños, pero en 1808, se libró una batalla histórica en la que quedó derrotado por primera vez un pueblo extranjero que quería arrebatarnos el patrimonio.
Si eso lo consiguieron solos los de Bailén, ¡cómo vamos a dejarnos en estos tiempos que nos arrebaten patrimonio alguno si podemos juntarnos los clientes andaluces, los extremeños, los catalanes, los navarros, los vascos, los manchegos, los castellanos, los madrileños, los gallegos, los asturianos, lo cántabros, los valencianos… los de todas partes, por amor a Paradores!

















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